-¡RAAAAAS!- El sonido que acabáis de oír era del regalo que mi tía me acababa de dar, lo estaba abriendo con la ilusión típica en estos casos al no saber que había detrás de aquel enorme envoltorio morado con rayas verdes -¡Ahhhhh,es el Cluedo, justo lo que quería!- Grité mientras le daba las gracias a mi tía por aquel estupendo regalo. Rápidamente fui a por mis primos para jugar al Cluedo. Al ver que no todos querían jugar y dándose la circunstancia de que tan solo éramos tres personas, se me ocurrió preguntarle a mis padres y tíos si les apetecía una partidita.
-No, Javier- Decía mi padre.
-Ahora no, que estamos hablando- Me dijo mi tía.
Y así uno por uno me dieron su negativa.Yo estaba muy mosqueado por este tema al tener en cuenta que la mayoría se estaba, casi de modo literal, tocándose las narices y aburriéndose como ostras en sus sillones. Así que me fui a la única persona a la que no le había preguntado, mi abuela. Pero en vez de preguntarle directamente si quería jugar al Cluedo le pregunté -Abuela ¿Por que los adultos nunca juegan a nada y prefieren aburrirse?- Cuando ya iba a irme porque no me había respondido durante 3 incómodos minutos mi abuela abrió la boca -¡Ayy! Nieto mío- me dijo -¿Es que no te has dado cuenta de que ni tu difunto abuelo ni yo, ni sus tías y tíos jugaban nunca con ellos? Ellos están deseando jugar pero lo ven extraño- Eso en parte me alegró pues había una posibilidad de que jugaran con nosotros -¿Y como consigo que jueguen?- pregunté -Escucha atentamente, bsbsbsbs...-
Después de escuchar a mi abuela lo prepare todo y moví unos cuantos hilos, al final estábamos todos los primos jugando al Cluedo y poco a poco, por medio de susurros e instigaciones todos acabamos jugando ¡Incluso la abuela! Nos lo pasamos genial y a partir de ahí siempre jugábamos adultos y niños juntos, como debe ser. Así cambio nuestra familia, por un juego de mesa.