sábado, 10 de diciembre de 2016

Divagacionistas - Olores

De nuevo, ese olor a pino. Sin previo aviso, una intensa nostalgia me invadió, no me lo esperaba para nada pues, hacía veinte años que no pasaba por aquel páramo casi deshabitado. Hace veinte años mi padre me había enseñado ese magnífico remanso de paz, y ese mismo olor a pino me había recibido de forma impactante y llenándome de vida. Pero hace veinte años que mi padre murió, un mes después de haberme enseñado este lugar.                                                     Las personas asociamos los olores a los actos que ocurren después de haberlos conocido, igual que después de oler una rosa y te dan una buena noticia la tendrás por la flor de la buena ventura, si después de oler una rosa te pinchas con sus espinas la tomarás por la flor del dolor y la desgracia.                                                                                                                                            Así que, aunque para unos ese olor a pino fresco les pueda hacer sentir una alegría suficiente para llorar, yo lloro por los retazos que me llegan nublosos de días con mi padre. Ese es uno de los errores de las personas, relacionan no solo olores sino también más cosas, a los acontecimientos que ocurren posteriormente así evitando que conozcamos el verdadero ser de ese olor, persona, comida y de muchas cosas más.